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CRÓNICA de las Policañas de Enero 2017: La Comunicación

El pasado viernes, volvimos a quedar en La Rollerie para tomarnos nuestras habituales Policañas. Esta vez, el tema fue la comunicación, pero con un enfoque un poco más lúdico. Propusimos dos juegos, seguidos de una ronda de debate en la que tratamos qué tipo de acciones y comportamientos facilitan la comunicación y cuáles la dificultan. Después, compartimos nuestras conclusiones con el grupo.

Primera parte: dibujo

El primer juego se hizo por parejas: una persona (A) tenía un dibujo y a otra (B) una hoja en blanco. Sin que ninguna de las dos personas pudiese ver la hoja de la otra, A tenía que describir el dibujo a B para que B lo dibujase, sin posibilidad de preguntar ni pedir aclaraciones. Al final, se compararon los dibujos y se comentaron resultados.

Hubo varias cosas en común en casi todas las mesas que resaltaron lo diferentes que pueden ser las formas de comunicación de cada persona:

  • La mayoría de participantes no mencionó si el dibujo estaba en vertical o en horizontal.
  • Poca gente mencionó cuánto ocupaba cada elemento en la imagen.
  • El nivel de detalle que aportaba cada persona era muy diferente. Al comparar el dibujo original con el nuevo, mucha gente se sorprendió por la omisión de algunos elementos del dibujo (por ejemplo: «no me habías dicho que había árboles detrás de la casa», o “no me has descrito el edificio que hay en esta esquina”).
  • Hubo confusión con el significado de las palabras utilizadas («me has dicho una casa con una torre. Esto no es lo que yo entiendo por torre»).
  • La imprecisión en la descripción de algunas personas chocó con la exactitud de otras («hay un camino con flores a los lados», comparado con “hay un sendero que empieza a la izquierda y se curva ligeramente hacia el centro de la hoja, y está bordeado por veinte margaritas”).
  • El orden en el que se daban las instrucciones también variaba mucho y dificultó la tarea en algunos casos. Hubo quien fue del detalle a lo general y hubo quien lo hizo en el otro sentido.
  • Otro problema que se encontraron algunas parejas fue la impaciencia. Había quien daba las instrucciones de forma muy pausada y había quien empezaba a dibujar antes de escuchar la frase completa:

A: hay un fantasma…

B: (empieza a dibujar)

A: dentro de la casa…

B: (intenta arreglarlo)

A: que se ve a través de la ventana.

B: ups…

Segunda parte: teléfono escacharrado

Este juego tradicional consiste en susurrar una palabra al oído de la siguiente persona del grupo, y que esta a su vez haga lo mismo con la siguiente. La palabra va pasando por todas las personas del grupo, y al final, el resultado se compara con la palabra original. No se puede repetir la frase ni pedir aclaraciones.

En este caso, jugamos ocho rondas, en las que la dificultad iba aumentando:

  • Bambú
  • Sinestésica
  • Perro, tridente, añil
  • Pasto, deficiencia, terruño
  • El nuevo héroe del magenta es del 83, pero el grupo del 48
  • La compersión es el sentimiento de felicidad nacido de saber que alguien a quien queremos es feliz
  • La palabra «celos» es un cajón de sastre donde cada persona camufla sus propias emociones de disconformidad
  • Tombuctú está más cerca que Katmandú

Los resultados fueron muy variados. Al final de todas las rondas, comentamos nuestras impresiones:

  • A veces, por el ruido de la sala, no se oían las palabras, y alguna persona tuvo que inventarse partes o incluso toda la frase, como el caso en el que la palabra «bambú» acabó convertida en “cañas”.
  • Con las frases largas, era difícil memorizar palabra por palabra. A veces, el mensaje llegaba, aunque fuese con otras palabras («la compersión es un sentimiento de felicidad cuando ves a alguien feliz»). Otras, llegaban algunas palabras y se perdía por completo el significado de la frase (“la palabra celos es un cajón que esconde el desastre”). Y otras, un ligero cambio trastocaba todo el sentido de la frase (“Tombuctú está más lejos que Katmandú”).
  • Hubo casos en los que apareció un elemento extraño sin que nadie supiese muy bien de dónde salía, como pasó con «tanga con cartón y castillo» (salido, al parecer, de “Tombuctú está más cerca que Katmandú”), “el nuevo héroe del magenta es de Canarias”, o “porrón, palante, español” (de “perro, tridente, añil”).
  • No poder mirar a la cara hizo la escucha mucho más difícil.
  • La forma de articular afectaba mucho a cómo llegaba la información (pausas, articulación clara y lenta, y volumen).
  • No poder repetir la frase ni preguntar eliminaba la posibilidad de comprobar si se había entendido bien.

Tercera parte: elementos que dificultan y facilitan la comunicación

En la última parte, hablamos sobre qué cosas pueden ayudarnos a comunicar mejor y cuáles pueden suponer un obstáculo. Al final, cada mesa compartió sus conclusiones con el resto. Estas son algunas de las cosas que se mencionaron en la puesta en común:

Cosas que facilitan la comunicación:

  • La sinceridad, sin olvidar ser amable.
  • La precisión, concreción y claridad.
  • La escucha activa.
  • Ser paciente al escuchar y al hablar.
  • Comprobar que todo el mundo ha entendido lo mismo.
  • Darse el tiempo necesario para pensar antes de hablar.
  • La cercanía física y emocional.
  • La empatía, respeto y sensibilidad.
  • Tener acuerdos previos.
  • Reconocer y expresar los límites y necesidades propios.
  • Prestar atención al lenguaje no verbal, tanto el propio como el ajeno.
  • Hablar previamente sobre la forma de comunicarse.
  • Tener tranquilidad y tiempo.
  • Tener ganas de llegar a un punto en común y buena disposición.
  • Tomar una posición de escucha sin asumir que se necesita actuar.
  • Buscar vías en común.
  • Intentar buscar qué sentimientos hay debajo de nuestro malestar.
  • Apuntar lo que necesitamos decir y planear la comunicación.
  • Comunicarse por carta o correo (según el caso).

Cosas que dificultan la comunicación:

  • El ruido, cuando impide que las personas se oigan bien.
  • Factores físicos como el cansancio o el malestar.
  • El estrés o estar pensando en otras cosas mientras tanto.
  • Los reproches.
  • Interrumpir.
  • La inmediatez y distancia de entornos como las redes sociales.
  • Dar por hecho, tanto al recibir como al transmitir información.
  • El miedo, la vergüenza y otras emociones que nos hacen ocultar o camuflar la verdad.
  • No comunicarse en el momento en que resulta necesario.
  • La sinceridad extrema sin tacto ni cuidado.
  • Hablar en momentos de enfado.
  • Juzgar las acciones ajenas en función de lo que haríamos en su lugar.
  • Dinámicas ya establecidas que arrastran malestares pasados.
  • La socialización de género.
  • La competitividad.
  • Cargarse con la culpa o echarla sobre otras personas.

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