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CRÓNICA de las Policañas 10/03/2018: ¿Quién sabe qué? La gestión de la privacidad en no monogamias

Cuando hablamos de relaciones no monógamas, la información compartida se vuelve una cuestión peliaguda. ¿Qué podemos contar a cada persona? ¿Qué queremos contar? ¿Qué necesitamos saber? ¿Qué no queremos que cuenten? Los límites entre la comunicación y la confidencialidad pueden ser difusos en un contexto emocional complejo en el que prima la honestidad y la sinceridad.

Por eso, la información compartida versus la privacidad fue el tema elegido para tratar en las últimas Policañas, que tuvieron lugar el pasado 10 de marzo en el centro social La Ingobernable. Del debate surgieron algunas ideas que pasamos a resumir aquí.

¿Por qué queremos saber?

Cuando nos encontramos en la situación de la persona que pregunta, resulta útil pensar acerca de cuál es nuestra intención al querer conocer dicha información:

  • ¿Se trata de un intento de control?
  • ¿Pretendemos confirmar dudas y evitar malos entendidos?
  • ¿Lo que queremos saber puede afectarnos directa o indirectamente?
  • ¿Vemos a nuestra pareja angustiada e intentamos apoyarla mediante la escucha activa o ayudarla a encontrar soluciones?
  • ¿O sencillamente buscamos compartir su vida y sentirnos parte de ella?
  • ¿Puede ayudar esa información a acercar metaamores y facilitar la compersión hacia nuestra pareja?

Una vez resueltas estas cuestiones, podremos decidir si nuestra solicitud es legítima o no.

¿Por qué queremos contar?

Si lo miramos desde el otro lado, quien comparte un fragmento de su vida también puede presentar diferentes razones:

  • Querer hacer partícipe a otra persona de un momento alegre o importante.
  • Dar visibilidad a alguien.
  • Advertir de un riesgo. Aquí entra la información clínica, como la presencia de infecciones de transmisión sexual (ITS), o aspectos económicos o legales.
  • Satisfacer la curiosidad de la otra persona.
  • Buscar auxilio o apoyo ante una situación difícil.

En cualquiera de estos casos, si nos vemos en el rol de la persona que quiere compartir información deberemos agudizar el sentido común y la sensibilidad para tener en cuenta los tiempos y las necesidades de las demás partes a la hora de gestionar esas noticias. Eso sí, sin caer en el extremo paternalista de pretender tutelarlas emocionalmente para «protegerlas» de sus sentimientos.

¿Cómo podemos contar?

Una manera prudente podría consistir en asegurarnos de que nuestra pareja quiere conocer de verdad esos detalles, preguntándoselo directamente y permitiéndole decidir con libertad.

Si esa información atañe íntimamente a terceras personas, contaremos lo mínimo imprescindible, evitando cotilleos.

Conviene también elegir el momento y el lugar adecuados para hablar, comprobar que la otra parte está dispuesta a escucharnos y respetar sus tiempos (lo que hoy no podamos tratar, quizás podamos hacerlo la semana que viene).

Para lograr una buena comunicación es recomendable, finalmente, recurrir a acuerdos. Estos nos servirán para establecer límites y marcar de antemano hasta dónde se quiere saber. No obstante, no debemos olvidar que los acuerdos son dinámicos y que hay que ir renegociándolos y adaptándolos a las necesidades cambiantes de las relaciones y las personas implicadas.

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